Perseguido

Estaban a punto de apresarlo y él al borde de un acantilado. Decidir, siempre había sido su punto débil. Ahora tan solo tenía unos segundos para hacerlo. Podía sentir el aliento de sus perseguidores en la nuca a pesar de que aún se encontraban a unos metros de distancia. Lo presionaban, lo aceleraban, lo ponían nervioso, lo hacían temblar y le oprimían los pulmones hasta el punto de casi hacerle perder el conocimiento por falta de oxígeno.
Al borde de aquel acantilado todo parecía anecdótico. Sus enfados. Su trabajo. Sus obligaciones. Su vida. Su...Absolutamente todo. Ahora era a vida o muerte, un juego poco familiar. No cabía revancha, no había una segunda oportunidad.
¿Pero quién lo perseguía? ¿Por qué?
Eran sus pesadillas, sus miedos. Eran sus oportunidades perdidas. Esas veces que por timidez no se atrevió. Todas esas cosas que dejó de hacer por ser vago, por tener cosas más fáciles que hacer. Sus distracciones. Sus sueños frustrados. Eran todo eso que lo hundía. El ancla de su tobillo.
Saltar o quedarse y dejar que lo consuman. Están a solo unos centímetros. Casi lo están tocando. Se paraliza. Cierra los ojos y se tira al suelo. Se hace un ovillo. No sabe qué hacer.

A.

2 comentarios:

  1. Malos momentos, y letras que no los hacen tan malos.
    Buen texto.
    Aullidos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias!
      Dejo tu blog por aquí por si alguien quiere pasarse: http://davidbruma.blogspot.com.es/

      Eliminar

Comenta aquí