"Escribe sobre nosotros"

Me gustan los tejados. Ver el mundo desde arriba. Verlo todo como si yo no fuese parte de esto y sentirme enano ante lo que me rodea.
Pasear mirando a la gente e imaginando cómo ha sido su día, qué pueden estar pensando, lo que quizás están sintiendo.
Detenerme un momento y pensar en cuánta gente estará riendo en ese instante, cuántas personas estarán llorando, cuántas se estarán enamorando.
El amor, el mejor sentimiento que tenemos los seres humanos. Nos da una de las mayores felicidades, pero también es el que nos destruye. Es un equilibrio, si recibes algo bueno luego recibirás algo que no lo es tanto. Nadie está condenado a ser eternamente feliz.
¿Pero por qué querríamos ser felices siempre? Somos tan egoístas que es lo que queremos: felicidad eterna. Muchas veces esta ambición es la que nos destruye, no disfrutamos de los momentos "breves" de felicidad porque no nos bastan, queremos siempre más.
A veces la felicidad se encuentra en los pocos minutos que dura una canción o en un cruce de miradas, en la sonrisa de una persona para la cual ni si quiera existimos, en tener nuestra comida favorita en la mesa al llegar a casa, puede incluso ser la felicidad de haber visto el amanecer, un "buenos días" de cortesía de alguien en una cafetería.
Yo no me creo mejor que el resto, también ambiciono la felicidad infinita. Pero soy consciente de que es imposible.
Trato de disfrutar de las pequeñas felicidades de cada día, aunque parecen pocas y siempre quiero más.
Es estúpido el hecho de poner pegas a todo, hay que dejarse llevar. Si quieres decirle algo a alguien, ¿para qué esperar a que la otra persona hable primero? Demos el paso. Traguémonos ese pequeño orgullo, que no engorda, y hagamos lo que realmente queramos. Nos juzgarán haciéndolo o no, y puede que mañana sea demasiado tarde. No hay motivo para dar lugar al arrepentimiento. Actuemos, asumiendo que lo que hoy nos da la felicidad mañana será, quizás, el ancla atada a nuestros tobillos que nos hundirá. Pero tarde o temprano aprendemos a nadar incluso con ese peso tirando de nosotros hacia abajo y emergemos para llenar nuestros pulmones con aire nuevo. Volver a respirar y disfrutar de nuevo de todas esas cosas que ayer nos hicieron ser un poco más felices.

Para María, de A.

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