Rêver

Vengo a confesarte que te mentí,
que en realidad no sé bailar.
Pero es que me encanta esa manía que tienes
de hacer todo tuyo, 
incluso el aire que respiro.

Siempre medías tus excesos
y, sin embargo, este último te pasó factura.
"Hoy tengo que escribir", me dije
pues las ganas o la inspiración son como las estrellas
que solo llueven de vez en cuando.
Y hoy llueves.

Recorrer mi mundo en un parpadeo
mientras me pregunto, ¿para cuándo el siguiente pase?
Curiosidades que,
dependiendo de quien mire, se pueden llamar casualidades.
Y por buscar otra excusa me perdí.

Aún no me atrevo a ponerme a prueba,
a no darle un beso a esta última copa.
Cobarde. Creo que te equivocas.
Estímulos que no llegan
y, finalmente, corazón que ya no late.



En dos susurros

Hablemos de esta noche en dos susurros,
pero solo entre nosotros.
De cómo aprendí a besar sin besar
y tú a decir sin emitir sonido alguno.

Quizás no lo veas ahora
y todo esto puedan ser las palabras de un loco que ha tenido un mal sueño.
No te prometo que pueda ver el futuro,
pero en el pasado soy experto
y creo que un mal paso lo podemos dar cualquier día
pero, míranos, supimos bailar de todas formas.

Como ese brindis en el que se rompen las copas,
quizás por precipitarnos nos quebramos el uno al otro
y, sin embargo, no se nos nota, no estamos rotos.

Circunstancias que tejen una venda,
que no nos dejan ver eso que llaman realidad.
No supimos ser pacientes, no supimos.
Y míranos ahora, yo con sed de ti,
tú...

Ocupaste las primeras portadas de todas mis páginas
y sigues saliendo aún en ellas, en un rincón.
Dejémonos de esto, de este sadismo de segunda clase,
de susurrarnos todo esto.
Tomemos el corazón en un puño,
con fuerza,
que hay momentos que pasan y se pierden
y este no podía ser más tangible.

Ahora dejemos de susurrar,
gritemos.