No bailabas con la muerte, tan solo hacías el idiota en el bordillo de las aceras. Escupiste sangre en un papel y te llamaste artista. Insultaste al destino, a la distancia y a muchas otras cosas. Te dejaron tal cual, sin respuesta. Te apartabas del mundo, te alejabas poco a poco con marcha lenta.
No lograste nada, te apodaron pesimista y lloraste, lágrimas vacías. Daba igual el esfuerzo, porque no salías de la cama. Pusiste mil zancadillas cuando los demás iban con alas.
No supiste reaccionar a tiempo y, por eso, ahora el tiempo te pesa.
Yeray B.
Fotografía por Paolo Raeli