Decadencia



Jodí a pedradas todas y cada una de mis ilusiones.
Ahora se amontonan los trozos e intento recomponer todo como un puzzle.

Cada loco con su tema.
Y mi tema es esta locura que me atrae y me repele al mismo tiempo
haciendo que me destroce.

Siento cada desgarro como una caricia tuya
y cada gota de sangre derramada como una de aquellas palabras que me dedicaste.

Tan sólo un enfermo despierto, convaleciente,
de madrugada sin poder reconciliar el sueño.

No fuiste mi musa,
yo no tengo de esas.
Pero sí fuiste mi Sol de noche
y mi Luna de día.

Fuiste todas las contradicciones posibles,
el error más grande y dulce.
Fuiste la revolución de mi persona,
la lucha y luego la calma.
El brillo de mis ojos,
la sonrisa colgada en mi boca.
Fuiste a la vez luz y fuego.
Y ardiste para que el mundo te viese bien.
Ardiste como nunca nadie ardió antes.

Todas las palabras que se colaban entre mis labios apretados.
Esas salieron por ti.
Todos los pensamientos considerados impuros.
Esos volaron por tus curvas, por tu pelo enredado,
por tu olor y tus labios besando.

Y no soy yo quien los considera impuros
pues no pueden estar más lejos de serlo.
Cada uno en un infinito distinto,
en otra parte del universo.

Ya sólo quedan escombros y me encuentro entre ellos.
Los abrazo y los anhelo de noche,
cuando nadie me ve.
Por el día los custodio.

Intento no volverme escombro yo también,
aunque reconozco que cada vez es más difícil.
Cojo uno de esos trozos y me lo llevo a la boca.
Insípido.
Pruebo a acercarlo a mi nariz.
Inodoro.

No me sorprende el resultado,
pues todo aquello son sólo pedazos.
Los sabores, los olores.
Todo está vivo dentro de mí.

En mi interior no hay escombros.
Todo es tan real como cada letra que escribo.
Como cada lágrima derramada
que se evapora para convertirse en nube antes de caer al suelo.

Creo que es un atrevimiento,
esta vez sí, inconsciente
el de subir allá arriba en forma de lágrima para tocarte.

Pero puedes verlo así
o como un equilibrista de circo
sin arneses ni redes
caminando por la cuerda floja.

La destrucción, la belleza y la dureza perfilan todo tu cuerpo,
lo esculpen en carne y luego lo escupen al mundo.
Colocada estratégicamente
como la pieza de ajedrez que ganará probablemente la partida.

Y yo al otro lado,
sin saber jugar al ajedrez...

Me despojo de mi ropa,
también de mi piel.
Me quedo en alma viva.
Y entonces me voy.

Yeray B.




3 comentarios:

  1. Me ha gustado leerte, me identifico con algunas de las sensaciones que evocan tus palabras y... en parte, me alegro de estar ya lejos de ellas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Utah por pasarte por el blog. Me alegro de verdad que te haya gustado y que, en cierto modo haya llegado a ti con este par de líneas que he escrito.

      Eliminar
  2. No fuiste mi musa,
    yo no tengo de esas.
    Pero sí fuiste mi Sol de noche
    y mi Luna de día.
    Me ha desgarrado un recuerdo desde mis ojos hasta mi boca.
    Me gusta lo que escribes. Saludos...

    ResponderEliminar

Comenta aquí