Sin destinatario

Es increíble. Tu mundo se detiene de pronto. De buenas a primeras.
Un segundo antes de que sonase el teléfono acababas de entrar por la puerta de casa y quién te diría que al contestar a esa llamada el tiempo dejaría de existir.
A veces pienso en qué pasaría si todos desaparecieran. Si esas luces se apagasen o simplemente se desvanecieran como tinta de calamar en el agua.
"Los valores son como faros" ¡Y un cuerno!
Me he dado cuenta, quizás tarde o quizás no, de que lo que de verdad mueve mi mundo son todas esas personas de ahí fueras. Esas que estuvieron cuando nací, las que me han visto crecer, las que se han ido, las que pueden venir o simplemente aquellas que un día se acercaron a mí mientras leía alguna columna de un periódico viejo en l tranvía.
¿Qué ocurriría si, al igual que la llamada telefónica, esas personas simplemente dejasen de existir? ¿Mi mundo realmente se detendría?
Está claro, seguiría lloviendo, seguirían existiendo las estaciones, las guerras, ... Pero ¿para mí realmente existirían?
A veces es como si todos estuviésemos hilvanados a ninguna parte. Como si, de repente la más mínima brisa pudiese tirarnos al suelo y hacernos caer en algún agujero sin fondo.

No digo que esta vaya a ser mi última carta, pero, si algún día llegas a leerla, quiero que sepas algo que en el fondo ya sabes. Relee este texto todas las veces que lo necesites e intenta mirar en tu interior.
¿Una pista? Gracias.

Yeray Brito.





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