Escrito en el aire

Supe qué era el miedo en el momento en que te miré a los ojos. 
Te desnudé sin permiso, pero sin quitarte la ropa. 
Me sentí enano. 
Saqueé todo lo que pude y no dejé ni una huella, nada que me delatase. 
Huí. Huí lejos de ti, pero, la vida es puta y el hado quiso que me encontrases. 
Estúpido yo, me creía invencible. 
Pensé que era inmortal. 
Tú para mí como la kryptonita para Superman y, en dos segundos, yací inerte en el frío.

Vacuo, sin llama, gélido. 
Anhelé cada una de aquellas noches bajo tu fuego, cada susurro y cada puto verso que me escribiste y recitaste. 
Sentí que todo aquello se iba, me dejaba poco a poco y ya no lo conseguía alcanzar. 
Joder, tus besos, como echaba en falta tus malditos labios. 
Una vez más: idiota. 
Sin remordimientos. 
Sin un maldito recuerdo de nada.

Choque de planetas al igual que las copas durante un brindis y, al cabo de unas horas, cada uno en su casa.
Tan solo un protocolo del universo. 
Una conspiración quizás trazada por algún loco en un recorte de revista antigua. 
Muerto, así estaba ahora. 
Cosecha de mis actos.
Atrapado por mi propia sombra.

Yeray B.






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