Caminamos he intentamos sonreír, pero entonces las calles se inundan y nos ahogamos en un mar que nosotros no hemos creado. No nos queda oxígeno y nadamos hacia la superficie, pero cada vez parece estar más lejos. Nadie nos ayuda, porque todos intentan nadar hacia arriba y sobrevivir.
Sobrevivimos a otra inundación más y un nuevo día comienza. Nos preguntamos cuál será nuestro próximo reto, porque sabemos que lo habrá, pero sabemos que lo vamos a superar.
Nadie puede pararnos, la carrera ha dado comienzo y no nos detendremos. Aunque para llegar al final tengamos que dejarnos la piel y desgarrarnos el pecho, para que nuestro yo interior corra completamente libre.